Velón de Lucena

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Entre el rico conjunto de símbolos lucentinos, el velón heredero de las viejas lucernas romanas y de los candiles árabes, ocupa un lugar primordial. En este sencillo aunque noble objeto nada superfluo: le presta la estabilidad el pie, circular y ancho, con su borde elevado y acogedor.

El astil, con diversas secciones, centra el depósito de aceite, el mechero, del que surgen las piqueras. Por sus bocas, empapadas de aceite, aparecen las mechas, prestas a alumbrar con sus llamas las estancias.

Sobre la boca del depósito cae la tapa, abrazando el astil. Del mismo se asen los brazos de cuyos extremos penden las pantallas. En ellas, pregonando el origen, los lucentinos colocaron el blasón de España o el local, en el que se incluyen el castillo, el lucero y la azucena.

Rodeando el astil y prendidos de cadenillas se hayan los elementos que facilitan el buen funcionamiento de la lámpara; la despabiladera y las tijeras, para extraer el pabilo; el calderón con el aceite para reponer el depósito y la caperuza para apagar las luces. En la culminación del astil, el velón ostenta una arandela para dejarse llevar o suspenderlo del techo.

Magnífico velón antiguo de bronce dorado, diseño clásico de 3 brazos con peana circular, original del siglo XIX. Funcionaba como lámpara de aceite a base de mechas en cada una de las tres boquillas. Limpiado y reluciente, conservando pátina de época y signos en el interior de haberse usado en el pasado. 

Medidas: Diámetro de base 10 cm; Ancho 12 cm; Altura 34 cm 

El velón es un producto tan esencial de la vigorosa artesanía broncística lucentina que sus orfebres se decían y se dicen veloneros, maestros del crisol, del molde en tierra, del torno antiguo de vara que exigía conjugar la habilidad y el arte, del pulimento que hacer brillar como el oro este objeto hermoso y antaño útil, a cuya luz, sin duda, los ingenios españoles, encabezados por su príncipe, don Miguel de Cervantes, escribieron las páginas más valiosas de nuestra literatura.

Representación de Cervantes en el Museo de Cera de Madrid escribiendo el Quijote a la luz de un velón.

Cervantes escribiendo el Quijote a la luz de un velón lucentino. Ilustración de Salvador Dalí.